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Enfermedad

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    Esta noche hambrienta de tiempo

    en donde tu salvaje demonio me azota

    sobra la dulzura como todas las palabras locas.

     

    En tanto mis dedos sangran como lava hirviente

    y  arrastran mi cuerpo sobre esta misma brujería,

    los ocasos me alcanzan marchitando melodías.

    Iluminados los rostros en tu vientre

    rugen y danzan en el recuerdo como la ira y el miedo constantes.

     

    Sangre como rescate nos duele

    y amaneceres dorados que se pierden,

    las mismas horas que hoy lloran las tardes de siesta

    florecen en la tristeza del desierto.

     

    Avenidas homicidas que transitan mis horas

    bestialidades y golondrinas que florecen en esta desquiciada isla

    que formó mi pecho;

    Todos los oídos son falsos

    y no subsisten verdades bajo tus pasos.

     

    Criatura repulsiva y diabólica

    ahora deambulas por anocheceres secretos y brutales;

    Y escoges mi sangre,

    la bebes para borrar mi degüello

    la bebes para sanar tu herida

    y observas todo el daño de tu arco iris

    como un puñado de flores muertas.

     

    Como rasguña el motivo que acaricia de odio

    así se abraza este cuerpo a su vida,

    calcinando de celos tu carne inmunda

    oxidado de campo y desierto;

    Pobres huesos que cobijan el peso de las dudas

    incandescentes lazos que nos atan

    y nos unen con toda la infección de la herida.

     

    Una vez tu parásito musitó entre la fiebre

    y el delirio de mis ilusiones,

    una vez este sepulcro padeció de tus bendiciones;

    Una vez soñé la dicha y la mentira a tu lado,

    una vez soñé, y no debí haber soñado.

     

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