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En la línea de fuego

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Cuando el Teniente Daekan recorre las calles de la devastada y confusa 4ta Metrópolis, un descorazonador escalofrío recorre su cuerpo. Las cosas han cambiado mucho en los últimos 200 años, y desde su tercer nacimiento en 3036, a Daekan le ha tocado vivir ya muchos de esos años, demasiados piensa. Las morfosis experimentadas y los miles de viajes ínter temporales en su espalda le han reservado un extraordinariamente largo e interminable ciclo de extravida, como suelen llamarlo los científicos ahora. Sus días pueden resumirse en pocas palabras, mas la cantidad de tiempo abarcado es indescriptible, pues cada salto en los portales exeter ínter espaciales de la colonia hacia universos lejanos supone para él sólo un par de horas en la rutina, pero varios años terrestres para el resto de los mortales. Un sin fin de años, sin embargo, no hacen una vida plena, lo ha aprendido Daekan, y al caminar por las calles esta noche se le hace cada vez más presente este hecho.
A su alrededor puede observar todas las consecuencias de la serie de ataques nucleares que vivió esta tierra, si así pudiéramos llamarla, durante las guerras cybertecnológicas de hace 200 años, no sólo la aniquilación casi completa de quienes habitaron alguna vez las colonias terrestres de esta luna artificial, que orbita los restos del alguna vez llamado Planeta Tierra, sino además los efectos visibles en quienes sobrevivieron como él, luego de años de lucha y peor aún, en las generaciones posteriores, frutos de la contaminación radiactiva.
Aunque las sociedades poco a poco vuelven a aflorar y enriquecerse, el caos anterior ha sido suplantado por algo parecido a un sistema urbano, en donde las pandillas de niños asesinos deambulan por cada rincón y callejuela aún existente. Es por eso que el Teniente Daekan necesita hacer sus rondas cada noche, pues son estas las horas en que despiertan los ejecutores, violadores y asesinos con los que suele toparse en su caminar.
Poco queda por proteger, y de eso poco desea ser protegido, ya que esta vida no resulta ser un asunto de gran importancia para los hijos del efecto post nuclear. Todo ahora es distinto, hace mucho que murieron las enfermedades que conocíamos y para las cuales estábamos más o menos preparados, las epidemias de hoy son mucho más crueles y del todo mortales, las grandes corporaciones farmacéuticas sobrevivientes al desplome financiero de 3015 han desaparecido como fuentes de cura, sus fármacos obsoletos fueron cambiados por los increíbles modificadores de Nanogenomas, que han intentado inhibir la incalculable taza de deformidades congénitas, en lo que apenas, se puede definir como raza humana. Esa raza para la cual trabaja Daekan, y a la que hace mucho dejó de pertenecer. Sus implantes de Cyborg regeneradores musculares, las cámaras de alta definición inyectadas a sus globos oculares, su nuevo sistema circulatorio reforzado con un nuevo corazón de alto rendimiento, su nueva piel, resistente a radiaciones e impactos, su cerebro mejorado en el laboratorio del ejercito y estimulado por los, aun en estudio, implantes neuro aceleradores de lo que primitivamente se conocía como cobre.
Poco queda del hombre llamado Daekan. Su conciencia es lo único 100% humano que le va quedando, y eso es lo que más le asusta, pues ¿quién se puede fiar de la conciencia humana?.

Una noche más de inspección es todo lo que queda por afrontar, su paso seguro, su vista aguda, son unas de las tantas ventajas con que cuenta al controlar el vandalismo imperante. A unos metros observa a las cada vez más pequeñas prostitutas que se le aparece en cada segundo de ronda, no menos violentas que las bandas de niños. Esa es su forma de obtener unos pocos bonos de canje por alguna ración de comida o un galón de agua, elementos escasos y valiosos en este lugar, mucho más valiosos que el sexo o las drogas, estimulantes que en este nuevo mundo carecen de sentido. Los nuevos animales surgidos en las alcantarillas sucias y rojas, híbridos salvajes, portadores de las nuevas infecciones que terminan de consumir lo poco que queda de vida ahora en la otrora más fructífera colonia extraterrena, esas bestias no lo atemorizan.
Fue cuando las máquinas adoptaron conciencia humana, cuando las nuevas y sofisticadas inteligencias artificiales hicieron propios sentimientos de hombre, ahí fue cuando su orgullo y ambición las llevó a volverse en nuestra contra, eso piensa Daekan, la humanidad adoptada por las IA, la humanidad lo hunde todo.
Para soportar las largas horas de patrullaje, activa en sus impulsores auditivos nervio adaptados, un poco de esa primitiva poesía de la tierra antigua, música le llamaban, según sabe, los habitantes de aquel periodo pasado. Y es lo que lo lleva a confusión, El Teniente Daekan no comprende cómo, cómo una raza poseedora de semejante belleza, pudo destruir todo aquello que los mantenía libres de su propia bajeza.
Pero la noche ha sido tranquila, su bastón protoagresor permanece inofensivo en la funda de su cinto y en su fase no mortal, tal vez esta noche no sea necesario usarlo en su forma asesina.
Las pequeñas y contaminadas rameras de la calle no suponen mayores ofensas para sus ojos, y extrañamente las pandillas de niños poco trabajo le han ocasionado en los últimos días. Sólo es su conciencia la que lo perjudica drásticamente a cada paso, ¿podría ayudar a esta gente?, poco importa, la contaminación nuclear aun los va matando lentamente, y El Teniente Daekan sabe que nada puede hacer.

Cuando el soldado raso Daekan despertó de aquella pesadilla por el brillo del sol en su ventana, una sensación de angustia amenazaba con apoderarse de su cuerpo, mucho hacía que no soñaba con un nivel tan claro de realeza, podía sentir en su cabeza aun, el hedor de las calles moribundas. Cuando el soldado raso Daekan decidió observar aquella mañana desde su ventana el brillo del sol, un terror inmenso se apoderó de su persona, mientras a lo lejos, en donde debía estar el sol, un gran hongo negro y ensordecedor se elevaba por los cielos, cegando con su luz devastadora todo el paisaje de lo que hasta ahora era su amada tierra.

4 thoughts on “En la línea de fuego

  1. Joder, cómo mola. Me ha atrapado desde el primer momento, como si me cogiesen de la pechera para pegarme. Un buen comienzo. Me gusta tu forma de escribir. Es un tiro en la nuca.

  2. Gracias Luis por tu comentario, cosas así estimulan la pluma.

  3. Ten en cuenta que no se lo digo a todo el mundo xD

  4. ¡Qué impresionante!

    Y es terrible percatarnos de que podemos llegar a eso. ¿Por qué debemos pensar en lo peor que podría suceder en el futuro para darnos cuenta de lo que tenemos ahora?
    Me aterraría vivir en un mundo así, y lamentablemente, parece que para allá vamos si no hacemos nada.
    Quedé atrapada con la historia desde principio a fin. Qué talento! Me encantó todo! =)

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