Cómo he de mirar al cielo cuando sus puertas se caen a pedazos
Cómo he de volver atrás los pasos cuando los sueños se llenan con tus cabellos dorados.
Y la visión de tu presencia estalla sobre una terraza soleada
Y entonces tomé las estrellas para alcanzar su calor de plástico
Y anudar en mis manos todos los cruces de este incendio clandestino
Entonces tanto una niña como un símbolo y su crucifijo se caen
Y ruedan en una estampida azulada como colección de aullidos y su llanto
Y ya no hay olvido en estos amaneceres salvajes
Las verdades y sus mentiras subsisten y persisten y agotan
y la visión como sostenida en un campo con frutillas de colores
atadas a tu mano, devoradas por mi boca,
devorado tu cuello en la crema de un manto blanco.