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Succubus

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Caliel fue citado por Dios esa mañana, esa misma mañana que estaba siendo tan ocupada para él. Otra aburrida e inútil reunión, junta, congreso, como se llamara no tenía ninguna importancia para él. Su papel como ángel observante se ha cuestionado hace siglos, no es la primera vez. Muchas curaciones y portentos sin sentido, decían algunos de sus hermanos, en estos tiempos ya no hacemos milagros, decían otros. De cualquier forma debía ir.

Al llegar a la asamblea, con algo de atraso en esa mañana, pudo ver presentes a todos los ángeles del cielo, y a la cabeza de la reunión, Dios mismo presente y atento a las reacciones de todos, y a su lado Emmanuel, que se hizo llamar Jesús algún tiempo, y le gustaba alardear de su papel. Allí estaban el bello y talentoso Lecabel, el religioso Reiyel, el ángel guardián Omael, Gabriel el Arcángel y hasta Rafael protector de enfermos dejó de lado a sus dolientes y asistió en esta ocasión. Como siempre solo uno de los ángeles estaba ausente, si aún podría llamarse ángel.

Sigo sin entender la utilidad de esto, en fin, mal que mal tú ya lo sabes todo_ Murmuró con algo de fastidio Caliel, luego de los saludos de rigor.

Lo miró Dios con bondad y sonrió_ no es un mero capricho, muchos son los comentarios, el murmurar es largo y aunque conozco tus hechos, conozco tus motivos, serán tus propias palabras las que aclaren este asunto ante la entera asamblea.

Y cómo podrían entender los asistentes, ¿eran acaso ellos los niñeros del Hombre?

¿No tenían acaso sus propios problemas, como para además, hacerse cargo de estas criaturitas molestas?

Tengo tanta decepción en mí_ Podía verse en el rostro de Caliel_ desde hace mucho nos hemos convertido en una secta de seres morbosos e inútiles, desde hace tanto hemos dejado al Hombre solo e indefenso, intentando resolver en su soledad problemas que no puede, y en ese intento vano, se ha perdido aún más en su propia miseria, en sus debilidades, en sus carencias y sus limitaciones. Limitaciones que tú Dios le has impuesto_ No pudo evitar hacer el ademán de apuntarlo con su dedo.

Entre tanto observamos, sin hacer nada_ Continuó_ sin ofrecer siquiera una gota de ayuda o guía. Somos apenas un grupo de espectadores apáticos y sin sentido. Eso para los que seguimos a tu lado, ya sabes que muchos se han marchado.

Y era cierto, muy atrás quedaron los días en que un ángel acompañaba a cada ser humano, a cada mortal, con la misión de hacer fuerzas en común y apoyar decisiones y forjar caminos. Muy atrás quedaron los días de los milagros y las señales, cuando el hombre de fe tenía solo un Dios y aun no nacía ese otro dios poderoso y destructivo al que llamaban ciencia.

Nada de visiones, nada de profetas ni nuevas lenguas, no más resurrecciones ni mártires. Era como si el cielo estuviera de vacaciones, unas largas vacaciones de cientos de años.

Esa misma mañana Antonio despertó una vez más sin saber en dónde estaba. La noche anterior, en alguno de los bares que frecuentaba, conoció a una atractiva mujer, sensual, alta, delgada, rubia. Ella fue quien dio el primer paso al sentarse a su lado, y al pedir un par de Bloody Mary’s a su cuenta. Ahora con algo de suerte, estaría ella tendida a su lado.

La tibieza desagradable de la resaca fue su primera sensación conocida, e inmediatamente después, en su costado, una tibieza húmeda y viscosa… era sangre.

Tal vez, solo tal vez, había dormido toda la maldita noche junto a ese cadáver, aquella hermosa mujer, la que conoció en alguno de los bares que acostumbraba visitar cada noche, se encontraba efectivamente a su lado, con sus espantosos ojos azules abiertos, aterradores y siniestros, testigos inertes de una noche olvidada.

Al observar infinitas veces su cuerpo desnudo y frío, en su cuello retorcido, pudo ver incontables desgarros producidos por algún tipo de animal, como hechos por las garras de algún felino, o no, cualquier depredador, pensó.

Pero cómo, estamos en la ciudad, la maldita ciudad y aparentemente todas las ventanas y puertas están cerradas, y por dentro. Todo se estaba tornando inaudito, si esta era una broma orquestada por sus amigos, estaba llegando muy lejos.

En vano intentó despertar a su amante ocasional, en vano intentó recordar su nombre, en vano intentó encontrar algún vestigio del maquillaje que la hacía parecer tan convincentemente muerta.

El horror de pensar en sus manos rasgando aquel cuerpo, poco a poco se fue apoderando de Antonio, pues esto no podía ser ya una broma. Ella, esa mujer estaba aun a su lado, muerta, asesinada por algo desconocido, no podía concebir su propia participación en este macabro hecho. Antonio no podría.

En tanto Caliel, sigue explicando a la asamblea el motivo de sus acciones, sus intervenciones, sus sanaciones, a la vez que desde una esquina de la habitación, por sobre la mujer muerta, un ser invisible a los ojos observa, escudriñando en sus propias reacciones y gozando las emociones que parecen estallar en la mente de Antonio, no puede evitar el esbozo de una sonrisa burlesca en su cara.

One thought on “Succubus

  1. Wow… este cuento también es impactante. Me hace preguntarme “¿estoy en el lugar correcto ahora?”, ¿estaré haciendo lo que realmente debo hacer?.
    Gran crítica, Seba. Me gustó mucho.
    Cada vez me sorprendes más con tus relatos. Tienes tanto talento ^.^. Bueno, ya sabes que tienes una fiel seguidora que te va a apoyar en todo cuando lo necesites.

    Besitos y felicitaciones!

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