Posesión

June 11, 2009 by revolvermiserable 1 Comment

Tengo tanto miedo, esa oscura voz en mi cabeza, no entiendo lo que habla, no distingo su lengua, solo sé que causa en mi un estremecimiento horrible. Tengo un dolor insoportable en mi cuerpo, oleadas de desgarros y contusiones, sangre a través de mi piel, heridas invisibles e interminables. Ya no es sólo una voz la que me habla, son muchas, cientos tal vez miles y me están volviendo loca. No puedo articular palabras, son esas voces las que ocupan mi boca, son sus ideas las que mueven mis manos y mis piernas. Un espeso sudor se desprende de mis poros, una hediondez horrenda que me empapa entera. Mi cama no es más que un charco de sangre y sudoración, y no logro moverme, estoy paralizada, ni siquiera logro cerrar mis ojos, que están pegados, casi entornados, fijos en el crucifijo que adorna mi cuarto. A ratos siento odio, ira, asco y me desvanezco para despertar entre pensamientos inmundos que no son los míos, puedo visualizar escenas asquerosas y aterradoras, pero sé que no son mis ojos los que están mirando, ni son mis recuerdos los que rebotan en las paredes de mi memoria como un pong del infierno. Necesito agua, quiero su frescura, mi lengua parece agrietarse cada vez más y mis labios están hinchados por la deshidratación. Las voces, son un caos total, todas hablan casi arrollándose, es un atropello mortal de ideas sueltas y depravadas, necesito una tregua, no quiero sentir más estos dolores de espanto que no cesan. Ahora son risas, carcajadas, gemidos grotescos en mi mente, palabras blasfemas las que salen de mi boca, y mi cuerpo convulsiona como atacado por millares de voltios torturadores. Mi cuerpo se arquea devastado como por inmensos orgasmos de dolor y vergüenza, recién ahora percibo que estoy desnuda, no sé cuándo pasó, no sé quién soy ahora, no entiendo siquiera mis palabras, sólo sé que dentro de mi misma, no estoy sola. Estoy prisionera de una escena grotesca, atacada sin ninguna misericordia, me duele, nadie sabe lo que es escuchar tus propios miedos, me duele mucho. A mis pies está mi familia, orando, con la Biblia abierta. Siento fuertemente la seductora inclinación de asesinarlos.